martes, 12 de enero de 2016

No espero nada bueno

Lo verdaderamente importante presenta: Los pactos pos-electorales era algo a lo que no estábamos acostumbrados

Este país decidió hace poco menos de un mes dar un cambio radical a lo que se venía practicando hasta la fecha en nuestro sistema bicameral. La "democracia" se topó con la Democracia de verdad, que le dio un buen golpe en una parte dolorosa y difícil de olvidar: el orgullo. PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos ahora están obligados a entenderse, pero todo parece indicar que es más fácil pedirle a un manzano que nos dé peras. Hoy, tras tanto tiempo sin escribir, hablo en el blog sobre los acuerdos pos-electorales.

 Albert Rivera, presidente de C's

El 20 de diciembre, ningún partido tuvo el suficiente apoyo popular para gobernar en solitario, y se hizo necesario conformar pactos. Esto es algo que ha sucedido más veces en la historia de nuestro país, sin embargo, parece que un puzzle de cuatro fuerzas fuertes que exigen todas ellas que se satisfagan sus demandas no estaba a la orden del día. El Partido Popular (PP) consiguió nada más que 123 diputados, perdiendo más de 60 en cuatro años; el Partido Socialista de Mr. España solo obtuvo 90 escaños, el peor resultado histórico de su formación en toda la democracia (sumando los ocho años de República). Y esto es así porque han surgido dos nuevas formaciones que le han sacudido los faldones a los reyes del bipartidismo español: Podemos y Ciudadanos.

La formación dirigida por Pablo Iglesias consiguió una nada desdeñable cantidad de 42 escaños (a los que tenemos que sumar todas sus confluencias autonómicas en Cataluña, Comunidad Valenciana y Galicia, lo que hacen 69 diputados). Por su parte, el partido de Albert Rivera consiguió unos decentes 40 diputados, aunque menos de los que pronosticaban las encuestas (por lo visto, tenían más ganas de que fueran un partido fuerte los periodistas que los ciudadanos). 


El pastel estaba servido y los principales partidos con representación parlamentaria empezaron a jugar sus cartas desde la misma noche electoral. Todos salieron a dar la cara y a defender sus resultados y sus capacidades negociadoras, si bien es cierto que tres estaban bastante alicaídos mientras que uno lo celebró a lo grande. El PP, por su condición de minoría más votada, se dedicó a dirigir la política negociadora, mientras que Pedro Sánchez (PSOE) le dejaba vía libre porque había ganado las elecciones, pero mientras preparaba el terreno para empezar negociaciones con otras formaciones. Podemos se mostró muy reacio a compartir mesa de negociación con dos de las fuerzas políticas: PP y C's; con los demás, fuera cual fuese su postura o ideología, pactarían sin problemas. Ciudadanos, en cambio, solo querría un gobierno de concentración fuerte al que se adhirieran PP y PSOE (por qué será que no me sorprende). 

Las cartas estaban sobre la mesa y comenzaron las desavenencias. El PP se encontró pronto solo en un mar de críticas y malas palabras. Sus grandes amigos de naranja estarían encantados de brindarle el Gobierno, pero necesitan de una formación incauta que decida apoyarlos porque no consiguieron suficientes respaldos en diciembre. Mientras, el PSOE se cree vencedor porque lo tiene "mucho más fácil" que su gran rival conservador para formar gobierno: tiene a Podemos comiendo de su mano... Una pena que no se haya dado cuenta de que quien realmente está comiendo de la mano de alguien son ellos mismos de Pablo Iglesias. Las fuerzas menores, como sorprendentemente avanzaba García Ferreras en el programa especial de laSexta con motivo de las elecciones, apoyarían un pacto de izquierdas: ¡vaya capacidad de previsión!

 Pedro Sánchez, del PSOE

Sin embargo, pronto nos hemos dado cuenta de que el pacto está cada día más lejos, y que nos acercamos inevitablemente a un acuerdo tripartito que ya es definido por algunos como el "búnker". Que la historia vuelva a aparecer. Por si no lo sabe alguno de los lectores, el "búnker" fue el conjunto de procuradores del régimen de Franco que quisieron seguir viviendo en su mundo de luz y de color en los últimos años del Caudillo. Pues bien, el "búnker" (PP, PSOE y C's) tiene la llave del Gobierno de este país. Somos muchos los que no creemos que se llegue a una nueva cita electoral, lo cual sería impensable para los intereses, sobre todo, de los nuevos partidos. Pero lo que sí que creemos es que este país terminará siendo gobernado por el primer cacique de turno que haya conseguido imponer su maloliente ideología por encima de cualquier otra.

Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera se han erigido en los grandes protagonistas del panorama político español. Ellos, y solo ellos, serán los encargados de sacar este país adelante, bien en el Gobierno o bien en la oposición. No me cabe la menor duda de ello. Pero háganlo, carajo. Porque ahora mismo, lo único que se le transmite al ciudadano es desconfianza hacia sus capacidades de alianza. Que si yo no pacto con este porque es "muy azul", que si yo no pacto con este porque nos "quiere separar", que si yo no pacto con este porque tiene "demasiados amigos en el Parlamento"... Son ustedes, aunque no creo que me lean, niños. O, al menos, se comportan como tal. Creo que son lo suficientemente mayorcitos como para saber que hay una cosa que está por delante de todo su politiqueo, su compadreo y su palabrería barata: el bienestar del ciudadano. 

Les insto, como habitante de esta nación, a que dejen de lado sus diferencias de niño de guardería y se pongan de acuerdo, de una vez por todas, para sacar este país adelante. Hay líneas rojas, por supuesto, pero no las podemos convertir en barreras, sino en límites a partir de los cuales se rompa una alianza, pero primero hay que construirla. Ni el PP, ni el PSOE, ni Podemos, ni Ciudadanos han sido capaces de ponerse de acuerdo y mirar por el bien de España. Muy triste y muy cierto. Como también va a ser cierto que, por culpa de ello, le brindaremos el Gobierno al de siempre. Otra vez. 

Christian A.A.S.
@ChrisAfonSan