viernes, 30 de diciembre de 2016

Adiós 2016, adiós

Otro año se va. 2016 ha cogido carrerilla y ha terminado llegando el 31 de diciembre de un nuevo año que se marcha por el sumidero, para no volver. Y llegan las preguntas típicas de despedida de un ciclo alrededor del Sol. ¿Qué he hecho durante este 2016? ¿Qué me propuse hacer durante este 2016? Y la más dura y desalentadora de todas... ¿cuál es la diferencia entre la primera y la segunda pregunta? De por medio, muchas cosas que se supone que no deberían haber pasado y pasaron y otras muchas que esperaba que pasaran y no pasaron. Hoy, 30 de diciembre, es el momento idóneo para echar la vista atrás y ver el 2016 desde la perspectiva del amigo celoso y resentido porque no fue invitado al cumpleaños del siglo.

¿Qué he hecho durante 2016? Pues nada destacable. Ha sido un año en el que me he sentado a verlas venir, siguiendo con una larga trayectoria de nervios, estrés y exámenes aprobados con nota, tantos que ya no tiene mérito alguno. Me he vuelto a mudar, sí, porque no hay una séptima sin octava, aunque esta vez sí que espero de corazón que no haya una novena hasta dentro de algún tiempo. Me despedí de un compañero de piso para darle la bienvenida a otro, del Atlético de Madrid para más inri, pero un buen chaval: somos un cuarteto en ese piso getafense bastante bien avenido. En peores plazas me ha tocado torear. Quizás algo reseñable de este 2016 fue contribuir al capitalismo explosivo de nuestras sociedades contemporáneas y a la explotación laboral de becarios que buscan su primera oportunidad en una profesión cruel como es el Periodismo. Sí, este año 2016 trabajé, por menos de 200 cochinos euros al mes, durante nueve horas de jornada laboral cinco días a la semana en un periódico regional. Gran experiencia por las personas conocidas y por los amigos hechos. Penosa experiencia por el trabajo realizado y las calabazas dadas.

Un 2016 que también me dejó desengaños, aplicaciones para citas que de poco sirvieron, y una persona que decidió que ya era hora de que perdiera la virginidad. Nadie creía que fuera cierto, sobre todo la parte del quién. Muchos dirán que, con mi primer trabajo remunerado y mi primera mañana de sexo, 2016 ha sido un año importante en cuanto a experiencias vitales. Bueno, si ellos lo dicen será verdad, pero no creo que pasen a la historia de mi vida estos doce meses, ni para bien ni para mal (que ya es un logro). Sin embargo, este 2016 ha quedado marcado por dos acontecimientos que lo han convertido, por momentos en un infierno difícil de aguantar.

A principios de año dejé que mis sueños se impusieran a la razón. Sí, mandé una carta a Ávila que parece que nunca llegó al destinatario porque todavía sigo esperando una respuesta. Aunque, a juzgar por lo que cambió esa persona en su actitud hacia mi persona, algo debió llegarle a pesar de no haberme querido decir nada en absoluto. Su indiferencia, su cruel comportamiento, sus mentiras y engaños, sus miradas cargadas de lástima hacia un pobre estúpido... No olvidaré jamás el daño que me infligieron. No olvidaré jamás el asco que siento hacia mí mismo por seguir enamorado del destinatario de esa maldita epístola. Y lo peor, no me perdonaré jamás por haber cometido el gravísimo error de pagar el correo certificado más doloroso de mis 20 años de existencia.

¿Qué me propuse hacer este 2016? Ir al gimnasio para ver si así conseguía que la operación bikini significara algo para mí, pero es que al final no hubo ni operación bikini, ni operación abrigo, ni operación camiseta de tirantes... Ni falta hace decir que el gimnasio todavía sigue esperando que alguna tarde le honre con una visita. También me propuse no terminar el 2016 sin haber conseguido perderla... Es la primera vez que uno de mis propósitos de año nuevo es satisfactoriamente cumplido. Me propuse sacarme el C1 de inglés, y en ello ando todavía, así que mitad de propósito conseguido. Pero también me propuse empezar con el italiano, y la pizza y el pepperoni también siguen esperando, junto con el gimnasio. 

Se va el 2016, y no volverá. Cuesta despedirse de alguien al que no verás nunca más en tu vida, pero este año va a ser fácil no volver a verle. Solo espero que el 2017 sea algo menos indiferente conmigo, que no lo sea tanto como el receptor de aquel mensaje envenenado del mes de enero. Solo espero que el 2017 me devuelva a la senda que quise seguir desde que tenía seis años, aquella mañana de domingo en la que cogí un tetra-brik de leche, un canuto de papel de cocina, y las dos últimas servilletas que quedaban en él para hacerme una cámara y un micrófono e imitar a aquellos que se ponían detrás de la televisión a hablar de lo que pasaba en el mundo.

Adiós 2016 y hola 2017.

sábado, 19 de noviembre de 2016

Reflexiones


Hoy voy a convertir mi blog, el cual hace mucho tiempo que no renuevo, en algo distinto a lo que he venido haciendo hasta ahora, espero que me sepan perdonar por no tratar la actualidad como he hecho siempre. 

Hay semanas en las que empiezas cargado de energía, las pilas emiten su mayor potencia y estás preparado para comerte el mundo, intentar ser quien tú eres y convertir con ello tus ilusiones y objetivos en realidad. Sin embargo, la vida no está hecha para vivir según tus objetivos, según tus designios e intereses, sino que tienes que compartirla con mucha gente, demasiada. Siempre he intentado creer que la gente no hace daño, no hiere, no te arranca la ilusión, no te usa, no insulta tus sentimientos... pero, cada día que pasa me doy cuenta de que en un mundo de personas normales, el único anormal soy yo.

Creía, tenía la ilusión de creer, que había mucha gente como yo, con mis manías, mis miedos, mis inseguridades, pero que siempre intenta hacer el bien. Pero no, y vuelvo a repetir que un mundo de personas normales, el único anormal soy yo. Anormal porque me gusta que me respondan cuando hablo; anormal porque voy con la verdad por delante; anormal porque lloro, porque río, porque muestro mis sentimientos; anormal por querer a alguien tanto como para no esconderle cosas; anormal por contestar a un Whatsapp casi al instante si es importante; anormal por querer arreglar el mundo por encima de mis propios intereses... Estas aptitudes, estos valores se están perdiendo.

Hace unos años, sufrí los peores momentos de mi vida: mi familia estaba fragmentada, mi abuela no se hablaba con su hija, mi madre, ni con su yerno, mi padre; viví en cinco casas distintas en dos años; perdí amigos, perdí momentos, perdí ilusiones; mis padres estuvieron al borde del divorcio por todo ello... En ese momento, creí que solo podía ir hacia arriba, pero no elegí bien. Me equivoqué de camino, de senda hacia la felicidad. Tuve una novia en ese momento tan amargo, pero duró lo que dura un caramelo a la puerta de un colegio. Fue otra bofetada su actitud, su desgana, su desinterés y su poco tacto conmigo: la necesité en mi peor momento y lo que hizo fue darme una patada al borde del precipicio para que cayera.

En ese momento, me aferré con todas mis fuerzas a la única piedra que me quedaba para no caerme: mi futuro, mis estudios. Ahí donde podía ser yo mismo, donde a nadie le importaba que fuera el empollón de la clase, donde llevar gafas te hacía más molón. Superé mis adversidades y ese año en el que me quedé en la calle, en el que mis padres casi se divorcian, en el que no hablaba con mi abuela, en el que me dejó mi novia; justo ese año saqué una media de diez en el instituto. Aclaré mi visión, y supe que iba a dejar de lado todo el mundanal ruido y me centraría en arreglar mi futuro, en convertirme en lo que hoy soy.

Pero hoy ya no sé quién soy, no sé qué quiero hacer, no sé adónde quiero llegar con mi vida. Hoy me siento más solo que nunca, en una ciudad de millones de personas que van a su bola, con mi familia a 2.000 kilómetros de distancia. Esa soledad me oprime el pecho, me niega respuestas, me niega consuelo. Estoy casi seguro de que hoy, 19 de noviembre del 2016, soy el peor Christian Alexis Afonso Sánchez de la historia. ¿Dónde se ha quedado el Afonso? ¿Dónde el Sánchez? Ya no me reconozco: soy un extraño viviendo mi propia vida.

Esta semana, sin duda, ha sido la peor de mi vida. Prefería llorar por dentro, que me sangraran las entrañas, pero tener un pequeño oasis donde poder descansar y reponer fuerzas. Pero esta semana no ha habido oasis, no ha habido descanso, no he recuperado fuerzas. Mi negatividad me aprisiona en una cárcel de cuatro recuerdos, de cuatro momentos que me han marcado y que ahora amenazan con hacerme estallar.

Y eso es algo que no puede arreglar un psicólogo, ni alguien que se hace pasar por psicólogo: de esos ya tuve muchos, y no arreglaron nada. Sobre todo, porque a la semana de decirte cosas bonitas te clavan puñales por la espalda. 

Ha sido una terrible semana, en la que he destruido todo lo que, laboriosamente, construí estos casi 21 años de mi vida. Destruí mi futuro, ya no quiero ser periodista, ya no quiero ir a clase y demostrar quién soy. Básicamente, porque ya no soy Christian Alexis Afonso Sánchez, sino otra cosa, otro ser.

sábado, 1 de octubre de 2016

Se hunde el Titanic Socialista

Lo verdaderamente importante presenta: crisis en Ferraz, crisis democrática, crisis en valores

Esta semana ha sido tremendamente convulsa en la sede federal del Partido Socialista Obrero Español, donde los miembros de la formación se han agrupado en torno a dos conglomerados completamente enfrentados entre sí y que amenazan con desquebrajar la hoy frágil unidad del partido. Pedro Sánchez se ha visto envuelto en un aluvión de críticas tras los penosos resultados del PSOE en las elecciones vascas y gallegas del pasado 25 de septiembre, pero él se ha aferrado a la secretaría general en pos de lo que la militancia decidió en su momento. Una guerra civil que aboca al hundimiento del "Titanic Socialista".


El PSOE actual en poco se parece al que salió victorioso en el año 2008 con Rodríguez Zapatero al frente. Ese partido político ha perdido casi seis millones de votos y la mitad de su peso en el Congreso de los Diputados, una auténtica debacle que se ha visto recrudecida en los últimos años. Tras la espantada del hasta ahora último presidente socialista en España, en otoño del 2011, el partido nacional más antiguo de nuestra historia no ha hecho sino caer en cada cita electoral (salvo en las andaluzas del 2015) y encadenar resultado histórico negativo tras resultado histórico negativo. 

Pero sería engañarse a sí mismo el culpar a Pedro Sánchez del declive socialista. Con Alfredo Pérez Rubalcaba, sucesor al frente del partido de Zapatero, el PSOE también cuajó dos resultados pobres: en las elecciones del año 2011 que dieron la mayoría absolutísima al PP de Mariano Rajoy, y en las elecciones europeas de 2014, que con los casos de corrupción y los recortes populares, no mostraron un partido socialista fuerte que hiciera frente a los conservadores y que aglutinara el voto del descontento. Sánchez llegó tras ese fiasco continental como una cara joven y nueva (y guapa, que parece ganar enteros en los partidos) para enfrentarse a la amenaza de una nueva fragmentación en el electorado de izquierdas de este país, pero que también tenía que hacer frente a una posición mucho más moderada encarnada en otra formación que también parecía arrebatarle peso electoral. 


No ha tenido una tarea ni mucho menos fácil el actual Secretario General de la formación socialista. Ha sido un político que no ha llamado la atención sino en contadas ocasiones y, en todas ellas, por razones que no fueron políticas en sentido estricto. No hemos visto a Sánchez en los medios por hablar de las propuestas de erradicación de la pobreza, de defensa de los derechos sociales y del estado del Bienestar, sino por insultar a sus rivales, por soltar gritos en mítines y por aplaudir los bailes de Iceta en Cataluña. Ha sido un político sin más, que obviamente no ha robado ni matado ni mentido a sus electores, pero que sencillamente tampoco ha hecho algo digno de ser recordado entre sus simpatizantes y afiliados. Sánchez se ha limitado a estar escondido en un segundo plano, mientras otros le arrebataban peso en las tertulias y en los programas de actualidad. Se ha enfrentado a dos monstruos televisivos como Pablo Iglesias y Albert Rivera, y a un político muy experimentado en debates como Mariano Rajoy, y siempre ha perdido.

No estoy para nada de acuerdo con la maniobra rastrera y antidemocrática que ha llevado a cabo el llamado "sector crítico" de Ferraz, encabezado por la baronesa Díaz de Sevilla, pero tampoco puedo decir que Pedro Sánchez haya hecho algo por evitarlo y que, de una manera u otra, se lo ha ganado a pulso. No por actuar con falta de habilidad en sus movimientos políticos de los últimos dos años, sino por su falta de movimiento. El Sánchez pasivo, el Sánchez sumiso y el Sánchez errático son las figuras que hemos conocido del líder socialista, y eso le ha hecho granjearse muchos enemigos en una formación que siempre se ha caracterizado, precisamente, por el movimiento (que se lo digan a Miquel Iceta). No se puede entrar, además, como un elefante en una cacharrería, echando a los líderes regionales que no estaban de acuerdo con su persona, como Tomás Gómez en la comunidad de Madrid. 


Este sábado se celebra en la calle Ferraz de Madrid uno de los Comités Federales más trascendentales en los 137 años de vida del PSOE, el que decidirá cómo será el futuro más inmediato del partido. Un partido que, dividido como está ahora mismo, solo puede ir a peor en las futuribles terceras elecciones del mes de diciembre. Si el PSOE no quiere volver a conseguir un resultado histórico para situarse por debajo de los míseros 85 diputados que obtuvo en junio, el partido tendrá que unirse para afrontar la situación de manera conjunta, detractores y devotos. Pero claro, eso es demasiado pedir en una formación que está luchando por un sillón de mando situado en Ferraz y no en Moncloa. ¡Qué lástima!

Christian A.A.S.
@ChrisAfonSan



miércoles, 14 de septiembre de 2016

¿Hasta cuándo, Rita?

Lo verdaderamente importante presenta: Cuando Rita Barberá dejó de ser el ejemplo de orgullo del Partido Popular

Tras seis años desastrosos para el PP valenciano, y tras ser castigados en las elecciones del año 2015, donde perdieron su feudo en la ciudad del Turia, Rita Barberá, exalcaldesa de Valencia y una de las grandes figuras del partido conservador, abandonará la formación por el supuesto blanqueo de capitales que la podría llevar al Tribunal Supremo en próximas fechas. Hoy, 14 de septiembre del año 2016, cae otro peso pesado del Partido Popular, la antigua Alianza Popular. Si Fraga levantara la cabeza...

 Rita Barberá en foto de archivo. Fuente: Juan Carlos Cárdenas (EFE)

Rita Barberá se ha convertido en el nuevo "mártir" del Partido Popular, esa formación política que tanto la ha defendido, que se ha partido la cara en algunos momentos por hacerlo, y que hoy, otra vez, ha recibido una soberana bofetada. La archifamosa, la más grande, la apodada "Alcaldesa de España", abandona un buque a la deriva, no por su propio pie (eso sería demasiado pedir para alguien con tanto orgullo como la exalcaldesa de la ciudad levantina), sino obligada por sus mandamases, muchos de los cuales no han dudado en pedirle/exigirle que se fuera a su casa a descansar y dejar de dar mala imagen a su partido. Pobre Rita, antes amada y ahora repudiada. 

Pero lo cierto es que Barberá ha podido cometer un delito de blanqueo de capitales durante su etapa, eterna, al frente del consistorio de Valencia. Tras 24 años, se destapó el pastel y muchos de sus colaboradores más íntimos se las han visto con la justicia, exculpando a la "Baronesa del PP valenciano" y sacándole las castañas del fuego. Sin embargo, la patata caliente ha explotado, y ha dejado la cara de Barberá llena de restos de tubérculo. Eso la ha obligado a retirarse del partido que le ha dado la fama, y de comer de forma muy copiosa, desde que iniciara su trayectoria política. 

 Barberá charla con Alfonso Grau, en una imagen de 2.003. Fuente: Vicent Bosch (El Mundo)

Una política que nunca ha dejado indiferente a nadie, son famosas sus citas célebres, su espontaneidad con sus partidarios y detractores, el amor que un día le profesaron todos los valencianxs en su querida ciudad, el amor que igualmente le profesaron sus compañerxs de partido (que ahora no dudan en virar la cara para no saludarle) o sus acciones poco ortodoxas en algunos momentos. Protagonista de las sátiras más sangrantes y de los discursos más incoherentes, de las críticas más duras y de las pasiones más enardecidas, Rita Barberá ha sido una política de contrastes, pero sobre todo de secretos. Y esos secretos hoy se la llevan a la tumba de su carrera política en el Partido Popular.

Sin embargo, el orgullo que ya comenté que tiene Rita ha hecho que no abandone su puesto de Senadora en la Cámara Alta de España. Lejos de querer dejar de ser aforada, Rita no duda en seguir defendiendo su inocencia en los hechos por los que será imputada en los próximos días, y asegura que si abandona la cámara estaría dando la razón a aquellos que quieren verla acabada. Ay, el orgullo de Rita... Ese orgullo que le impidió ver que en su ciudad se respiraba cambio hace un año, ese orgullo que le impide ahora ver que su presencia no hace sino enturbiar su propia imagen, ese orgullo que, en definitiva, en más de una ocasión le ha valido ciertos correctivos.

¡Pero qué hostia, Rita! Qué hostia te has dado contra la realidad. A pesar de ello, insistes en seguir en el Senado, en hacer leña del árbol caído, en perjudicar al PP. Ese partido, sin duda, que es sinónimo de corrupción y de mala praxis política. Mientras tú abandonas sus filas para estar sola contigo misma por primera vez en tu carrera, ellos se regodean de tu desgracia, y no creas que te darán las gracias por lo que hayas podido hacer bien, poco pero algo, sino que se olvidarán de ti y te convertirás en un mal sueño en una calurosa noche de verano. Hoy es el final de la Rita del PP, pero ¿hasta cuándo Rita? ¿Hasta cuándo seguirás eludiendo tus responsabilidades? El tiempo dirá.

Christian A.A.S.
@ChrisAfonSan


lunes, 18 de julio de 2016

Yo no tengo vergüenza

Lo verdaderamente importante presenta: voto rogado, ¿voto de la vergüenza?

Sí, hace casi un mes que fueron las elecciones generales. Sí, podría parecer que este artículo está muy desfasado en esta dictadura de la inmediatez a la que nos someten los actuales medios de comunicación. Pero, sin duda, este debate que me ronda mi maltrecha cabeza está muy presente todavía en la idiosincrasia del votante español. Ese votante que ha tenido que volver a acudir a unas urnas, algo que pasa en muy pocos países democráticos y que en el nuestro nunca se había producido ni en tiempos de "Salud y República", porque los políticos no se han querido poner de acuerdo. Las cajitas de cristal con papeletas dentro han dicho algo a esos señores muy emperchados, algunos porque ahora parece que no es conditio sine qua non para ir al Congreso: la gente vuelve a querer pactos, pero ellos no están por la labor, otra vez.

Fuente: El País 

Tras ese domingo, se reinició toda la maquinaria burocrática y del 'postureo' de nuestro sistema político. El partido que sale a festejar un triunfo importante pero insuficiente, el político que se mete un golpe de elevadas proporciones pero que es feliz porque es el segundo partido más votado (muy lejos del primero), el partido que se queja de lo mala que es la ley electoral, que lo es pero que le resultó estupenda apenas seis meses antes... Declaraciones de niños mimados, en definitiva, que distan mucho de ser las más idóneas para un momento como el actual. 

Cuando se va a cumplir un año de aquel domingo, España sigue a la espera de ver una actitud política que esté a la altura. El PP ganó las elecciones, siendo, además, el único de las grandes formaciones en sumar escaños a los que ya tuvo el 20D. Sin embargo, la mayoría de las encuestas previas a la cita decían que el partido del gobierno sufriría un pequeño bajón o, las más optimistas, que se mantendría tal cual. Incluso la misma encuesta a pie de urna, que pocas veces erra el tiro, falló esta vez como una escopeta de feria. Lo que me lleva a preguntarme: ¿sienten vergüenza los votantes del PP de decir que votan a este partido?

 Celebración de la victoria del PP. Fuente: EFE

Siempre se ha sabido que las mayorías del Partido Popular son silenciosas. Ello quiere decir que, aunque parezca que no están, sí lo están. Es una formación que tiene una base sólida e importante de votantes a los que no les importa decir "Voto al PP", pero es todavía mayor el número de adeptos en las sombras. Y cuando las encuestas fallan, incluidas las del mismo día de las elecciones, solo puede significar una cosa: la gente está envuelta en una espiral del silencio, como diría Noelle-Neumann. 

La espiral del silencio de esta politóloga alemana viene a explicar el por qué de los fallos en las encuestas, aparte de los errores muestrales y técnicos del propio estudio demoscópico. Viene a decir que el individuo adapta su forma de pensamiento, su opinión, a lo que cree que va a ser mejor aceptado socialmente. Si la actitud predominante como actitud aceptable dista de ser depositar la papeleta del partido de Mariano Rajoy en la urna, yo no diré ante el encuestador que voté a ese partido, aunque realmente lo haya hecho. El miedo a sentirse despreciados o poco integrados en una sociedad que les ve mal es superior a sus inquietudes reales y profundas. 

 Elisabeth Noelle Neumann. Fuente: alchetron.com

Por eso, yo me pregunto si realmente valdría la pena, entonces, votar al Partido Popular. Yo puedo afirmar sin ningún tipo de pudor el partido al que voté el 26J. Voté a Unión Progreso y Democracia: ese partido que se hundió bajo una actitud dictatorial de su líder; ese partido que ha perdido más de cuatro quintas partes de su peso electoral. Pero no me da vergüenza decirlo, porque es la formación que me representa mejor, la que más se cuadra a lo que pienso. Muchos me han criticado o se han reído por decir que voto a ese partido acabado, y no me ha importado lo más mínimo. Además, digo sin temor que también voté a UPYD el 20 de diciembre. Votante del PP, ¿puedes decir tú lo mismo? Habrá muchos que digan que sí, pero otros tantos que callarán para dejar ver su "pecado". Pecado entre comillas porque estamos en un país afortunadamente libre en el que cada cual puede votar a quien le quiera. Y, como puedes votar a quien quieras, no tengas miedo o vergüenza de decir a quién votas, porque entonces deberías cambiar el signo de tu voto.

Christian A.A.S.
@ChrisAfonSan



martes, 3 de mayo de 2016

Vaya día para ser periodista

Lo verdaderamente importante presenta: el día de la Libertad de Prensa en el peor momento

Parece una broma del destino que, justo en este momento en el que estamos inmersos, sea hoy el día de la Libertad de Prensa, uno de los Derechos Fundamentales de nuestra Constitución, uno de los principales valores de la ciudadanía democrática, una de las principales armas de la sociedad civil. Hoy es 3 de mayo, y sí, hoy es el día de la libertad de prensa; sin embargo, la libertad de prensa nunca antes en la democracia española ha estado tan debilitada como hoy. Resulta incoherente, ¿no?


Este 3 de mayo es el Día Mundial de la Libertad de Prensa desde que las Naciones Unidas lo estipuló en 1993 a instancia de los países que pertenecían a la Unesco. La fecha recuerda la instauración de la Declaración de Windhoek sobre la libertad en el ejercicio del periodismo. El periodismo no es ese que se encuentra de la mano del poder, no es tampoco aquel que informa desde casa como una rutina diaria de trabajo, ni mucho menos es aquel que prefiere callarse las verdades porque otros intereses le mueven en realidad. El periodismo que hoy celebramos es aquel que pone en riesgo su propia integridad para lograr informar de lo que pasa en este mundo, es aquel que colabora con la sociedad para crear un flujo de libre información.

Sin embargo, hoy, 3 de mayo del 2016, celebramos la libertad de prensa con la mano negra encima, esa mano negra de los grandes magnates de nuestra profesión, que han preferido acabar con ella en pos de conseguir un buen plato de caviar en la mesa cada noche. Y es que ni siquiera son de España muchos de esos dirigentes, que no conocen la realidad nacional más allá de si el banco Santander les da más o menos ingresos por publicidad. Una realidad triste que redunda en prejuicio nuestro, del periodista, pero también en prejuicio de toda la sociedad, que tiene que sufrir de un mal periodismo que más de informarle, le desinforma.


Hoy mismo hay algunos profesionales del periodismo que, más que celebrar el día de la Libertad de Prensa, están intentando defenderse de estos grandes dirigentes, que ponen en peligro la profesión, tal y como la conocemos hoy en día. Los empleados de Unidad Editorial, por ejemplo, se encuentran hoy en huelga por el ERE que su director, Antonio Fernández Galiano, pretende llevar a cabo en la empresa con el que despedirá a 224 trabajadores, 185 en las distintas redacciones del grupo y 39 del área corporativa. El diario El Mundo no trabajará hoy como de costumbre; mientras que los redactores de Radio Marca (que sufrirá un despido que afectará a más del 50% de su actual plantilla) han decidido no emitir durante todo el día de hoy.

Por su parte, tampoco corren buenos días en el otro gran grupo de comunicación impresa español. En Prisa, Juan Luis Cebrián se ha cargado la libertad de prensa de un plumazo porque han informado de sus trapicheos en Panamá en distintos medios de comunicación, muchos de los cuales participan en alguno de los activos periodísticos del grupo. Uno de ellos, Ignacio Escolar, director de eldiario.es, fue despedido como colaborador de Cadena SER por informar de esas cuentas opacas en la radio del grupo. Como si esto no valiera, Cebrián ha ordenado a sus periodistas que no acudan a las tertulias de laSexta, cadena que sacó, por primera vez, los documentos que informaban acerca de sus cuentas. 


Y es que hoy, más que ningún otro año, el día Mundial de la Libertad de Prensa tiene una tremenda importancia. Nos encontramos en una situación límite: la profesión está en momentos de absoluta precariedad, se paga a los profesionales menos de lo que cobraría un becario en cualquier profesión, la falta de credibilidad lastra a los profesionales de cualquier plataforma, sea radio, prensa o televisión. No estamos para celebrar la libertad periodística, pero sí para recriminar a aquellas personas que quieren acabar con ella, sí para defenderla. Hoy es 3 de mayo, ¡felicidades periodistas!
Christian A.A.S.
@ChrisAfonSan




martes, 8 de marzo de 2016

"Felicidades", género femenino

Lo verdaderamente importante presenta: Día Internacional de las Mujeres, ¿el San Valentín del machismo?

Hoy es 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer según la Organización de las Naciones Unidas que en 1975 decidió reivindicar durante esta jornada a todas las mujeres y la igualdad completa de derechos. Un 8 de marzo que fue escogido porque la mayoría de los países ya lo habían interiorizado desde hace más de un siglo. El primero en hacerlo, allá por 1909 fue Estados Unidos, que el 28 de febrero de aquel año celebró el Día Nacional de la Mujer como propuesta de las Mujeres Socialistas. Un año después, la Internacional Socialista se unió y declaró el Día Internacional de la Mujer, pero sin poner una fecha concreta. Fue el 19 de marzo de aquel año cuando millones de mujeres se acercaron a mítines en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza para conmemorar su día. 

El último domingo de febrero de 1913, las mujeres en Rusia también se manifestaron en favor de la igualdad de género, declarando el Día Internacional de la Mujer en su territorio. Cuatro años después, en 1917, los sucesos por todos conocidos en Rusia hicieron que las rusas convocaran una huelga en memoria de los dos millones de soldados muertos en la guerra mundial. Esas movilizaciones del 23 de febrero de 1917, que en el calendario gregoriano de la mayoría de países occidentales cae un 8 de marzo, potenciaron nuevas manifestaciones que provocaron la abdicación del zar ruso y un Gobierno provisional que les concedió el sufragio.

 Simone de Beauvoir, figura en la reivindicación del feminismo.

Ya en 1922, China se incorporó a la tradición de celebrar el Día Internacional de la Mujer y, desde entonces, muchos países se fueron sumando a las reivindicaciones de las mujeres para equiparar sus derechos a los del género masculino, y sobre todo para recordar que aún no se ha conseguido andar ni la mitad del camino hacia la igualdad. 

Muchos consideran que la actual ubicación del Día Internacional de la Mujer se debe al trágico suceso que ocurrió en una fábrica neoyorquina el 25 de marzo de 1911, cuando centenares de mujeres murieron calcinadas en un incendio que demostró las penosas condiciones laborales en las que trabajaban. 

Estos sucesos tienen una grandísima trascendencia y han significado grandes cosas para las mujeres. El siglo XX les ha servido para dar importantes pasos en la ansiada búsqueda de la igualdad de derechos. Sin embargo, a fecha de hoy, en pleno siglo XXI y en plena era digital, las mujeres están cada vez más desprestigiadas, el feminismo es cada vez más estigmatizado, y el patriarcado sigue ostentando todo su poder, manteniéndose firme en las instituciones de cualquier país del mundo, España entre ellos. El día 8 de marzo se ha convertido en el "San Valentín" de los y las machistas, en ese día del consumismo occidental dedicado a celebrar, sin creer, un feminismo que han marchitado las políticas micromachistas o simplemente machistas de numerosos gobiernos a lo largo y ancho del planeta. 

 Movimiento británico de las suffragettes. Fuente: mandameulalie.org

Mucho tiene que avanzar nuestra sociedad si es necesario seguir conmemorando el día de la mujer un 8 de marzo, porque ello solo significa que sigue siendo necesario que se reivindiquen especialmente ese día los derechos que las mujeres debieran tener ya por ser ciudadanas. La población se tiene que dar cuenta, de una vez, que el feminismo es el estado natural de las cosas, no un ataque frontal contra el género masculino. El feminismo busca la igualdad de derechos, no reinventar el patriarcado y convertirlo en la tiranía de la mujer, como muchos y muchas nos quieren hacer ver. Ellos y ellas están equivocados, o quieren equivocarnos a nosotros y nosotras. 

El mundo tiene que avanzar, y cuando este avance, el día 8 de marzo será el día en el que rememoremos cómo las mujeres lograron superar un férreo bloqueo, su techo de acero, y lograron la igualdad de derechos. Lejos quedará esa vieja y triste celebración por la cual teníamos que defender, más que en cualquier otro día del calendario gregoriano, la igualdad de la mujer con el hombre. Espero no morirme antes de celebrar el verdadero 8 de marzo.

Christian A.A.S.
@ChrisAfonSan

martes, 12 de enero de 2016

No espero nada bueno

Lo verdaderamente importante presenta: Los pactos pos-electorales era algo a lo que no estábamos acostumbrados

Este país decidió hace poco menos de un mes dar un cambio radical a lo que se venía practicando hasta la fecha en nuestro sistema bicameral. La "democracia" se topó con la Democracia de verdad, que le dio un buen golpe en una parte dolorosa y difícil de olvidar: el orgullo. PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos ahora están obligados a entenderse, pero todo parece indicar que es más fácil pedirle a un manzano que nos dé peras. Hoy, tras tanto tiempo sin escribir, hablo en el blog sobre los acuerdos pos-electorales.

 Albert Rivera, presidente de C's

El 20 de diciembre, ningún partido tuvo el suficiente apoyo popular para gobernar en solitario, y se hizo necesario conformar pactos. Esto es algo que ha sucedido más veces en la historia de nuestro país, sin embargo, parece que un puzzle de cuatro fuerzas fuertes que exigen todas ellas que se satisfagan sus demandas no estaba a la orden del día. El Partido Popular (PP) consiguió nada más que 123 diputados, perdiendo más de 60 en cuatro años; el Partido Socialista de Mr. España solo obtuvo 90 escaños, el peor resultado histórico de su formación en toda la democracia (sumando los ocho años de República). Y esto es así porque han surgido dos nuevas formaciones que le han sacudido los faldones a los reyes del bipartidismo español: Podemos y Ciudadanos.

La formación dirigida por Pablo Iglesias consiguió una nada desdeñable cantidad de 42 escaños (a los que tenemos que sumar todas sus confluencias autonómicas en Cataluña, Comunidad Valenciana y Galicia, lo que hacen 69 diputados). Por su parte, el partido de Albert Rivera consiguió unos decentes 40 diputados, aunque menos de los que pronosticaban las encuestas (por lo visto, tenían más ganas de que fueran un partido fuerte los periodistas que los ciudadanos). 


El pastel estaba servido y los principales partidos con representación parlamentaria empezaron a jugar sus cartas desde la misma noche electoral. Todos salieron a dar la cara y a defender sus resultados y sus capacidades negociadoras, si bien es cierto que tres estaban bastante alicaídos mientras que uno lo celebró a lo grande. El PP, por su condición de minoría más votada, se dedicó a dirigir la política negociadora, mientras que Pedro Sánchez (PSOE) le dejaba vía libre porque había ganado las elecciones, pero mientras preparaba el terreno para empezar negociaciones con otras formaciones. Podemos se mostró muy reacio a compartir mesa de negociación con dos de las fuerzas políticas: PP y C's; con los demás, fuera cual fuese su postura o ideología, pactarían sin problemas. Ciudadanos, en cambio, solo querría un gobierno de concentración fuerte al que se adhirieran PP y PSOE (por qué será que no me sorprende). 

Las cartas estaban sobre la mesa y comenzaron las desavenencias. El PP se encontró pronto solo en un mar de críticas y malas palabras. Sus grandes amigos de naranja estarían encantados de brindarle el Gobierno, pero necesitan de una formación incauta que decida apoyarlos porque no consiguieron suficientes respaldos en diciembre. Mientras, el PSOE se cree vencedor porque lo tiene "mucho más fácil" que su gran rival conservador para formar gobierno: tiene a Podemos comiendo de su mano... Una pena que no se haya dado cuenta de que quien realmente está comiendo de la mano de alguien son ellos mismos de Pablo Iglesias. Las fuerzas menores, como sorprendentemente avanzaba García Ferreras en el programa especial de laSexta con motivo de las elecciones, apoyarían un pacto de izquierdas: ¡vaya capacidad de previsión!

 Pedro Sánchez, del PSOE

Sin embargo, pronto nos hemos dado cuenta de que el pacto está cada día más lejos, y que nos acercamos inevitablemente a un acuerdo tripartito que ya es definido por algunos como el "búnker". Que la historia vuelva a aparecer. Por si no lo sabe alguno de los lectores, el "búnker" fue el conjunto de procuradores del régimen de Franco que quisieron seguir viviendo en su mundo de luz y de color en los últimos años del Caudillo. Pues bien, el "búnker" (PP, PSOE y C's) tiene la llave del Gobierno de este país. Somos muchos los que no creemos que se llegue a una nueva cita electoral, lo cual sería impensable para los intereses, sobre todo, de los nuevos partidos. Pero lo que sí que creemos es que este país terminará siendo gobernado por el primer cacique de turno que haya conseguido imponer su maloliente ideología por encima de cualquier otra.

Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera se han erigido en los grandes protagonistas del panorama político español. Ellos, y solo ellos, serán los encargados de sacar este país adelante, bien en el Gobierno o bien en la oposición. No me cabe la menor duda de ello. Pero háganlo, carajo. Porque ahora mismo, lo único que se le transmite al ciudadano es desconfianza hacia sus capacidades de alianza. Que si yo no pacto con este porque es "muy azul", que si yo no pacto con este porque nos "quiere separar", que si yo no pacto con este porque tiene "demasiados amigos en el Parlamento"... Son ustedes, aunque no creo que me lean, niños. O, al menos, se comportan como tal. Creo que son lo suficientemente mayorcitos como para saber que hay una cosa que está por delante de todo su politiqueo, su compadreo y su palabrería barata: el bienestar del ciudadano. 

Les insto, como habitante de esta nación, a que dejen de lado sus diferencias de niño de guardería y se pongan de acuerdo, de una vez por todas, para sacar este país adelante. Hay líneas rojas, por supuesto, pero no las podemos convertir en barreras, sino en límites a partir de los cuales se rompa una alianza, pero primero hay que construirla. Ni el PP, ni el PSOE, ni Podemos, ni Ciudadanos han sido capaces de ponerse de acuerdo y mirar por el bien de España. Muy triste y muy cierto. Como también va a ser cierto que, por culpa de ello, le brindaremos el Gobierno al de siempre. Otra vez. 

Christian A.A.S.
@ChrisAfonSan