lunes, 18 de julio de 2016

Yo no tengo vergüenza

Lo verdaderamente importante presenta: voto rogado, ¿voto de la vergüenza?

Sí, hace casi un mes que fueron las elecciones generales. Sí, podría parecer que este artículo está muy desfasado en esta dictadura de la inmediatez a la que nos someten los actuales medios de comunicación. Pero, sin duda, este debate que me ronda mi maltrecha cabeza está muy presente todavía en la idiosincrasia del votante español. Ese votante que ha tenido que volver a acudir a unas urnas, algo que pasa en muy pocos países democráticos y que en el nuestro nunca se había producido ni en tiempos de "Salud y República", porque los políticos no se han querido poner de acuerdo. Las cajitas de cristal con papeletas dentro han dicho algo a esos señores muy emperchados, algunos porque ahora parece que no es conditio sine qua non para ir al Congreso: la gente vuelve a querer pactos, pero ellos no están por la labor, otra vez.

Fuente: El País 

Tras ese domingo, se reinició toda la maquinaria burocrática y del 'postureo' de nuestro sistema político. El partido que sale a festejar un triunfo importante pero insuficiente, el político que se mete un golpe de elevadas proporciones pero que es feliz porque es el segundo partido más votado (muy lejos del primero), el partido que se queja de lo mala que es la ley electoral, que lo es pero que le resultó estupenda apenas seis meses antes... Declaraciones de niños mimados, en definitiva, que distan mucho de ser las más idóneas para un momento como el actual. 

Cuando se va a cumplir un año de aquel domingo, España sigue a la espera de ver una actitud política que esté a la altura. El PP ganó las elecciones, siendo, además, el único de las grandes formaciones en sumar escaños a los que ya tuvo el 20D. Sin embargo, la mayoría de las encuestas previas a la cita decían que el partido del gobierno sufriría un pequeño bajón o, las más optimistas, que se mantendría tal cual. Incluso la misma encuesta a pie de urna, que pocas veces erra el tiro, falló esta vez como una escopeta de feria. Lo que me lleva a preguntarme: ¿sienten vergüenza los votantes del PP de decir que votan a este partido?

 Celebración de la victoria del PP. Fuente: EFE

Siempre se ha sabido que las mayorías del Partido Popular son silenciosas. Ello quiere decir que, aunque parezca que no están, sí lo están. Es una formación que tiene una base sólida e importante de votantes a los que no les importa decir "Voto al PP", pero es todavía mayor el número de adeptos en las sombras. Y cuando las encuestas fallan, incluidas las del mismo día de las elecciones, solo puede significar una cosa: la gente está envuelta en una espiral del silencio, como diría Noelle-Neumann. 

La espiral del silencio de esta politóloga alemana viene a explicar el por qué de los fallos en las encuestas, aparte de los errores muestrales y técnicos del propio estudio demoscópico. Viene a decir que el individuo adapta su forma de pensamiento, su opinión, a lo que cree que va a ser mejor aceptado socialmente. Si la actitud predominante como actitud aceptable dista de ser depositar la papeleta del partido de Mariano Rajoy en la urna, yo no diré ante el encuestador que voté a ese partido, aunque realmente lo haya hecho. El miedo a sentirse despreciados o poco integrados en una sociedad que les ve mal es superior a sus inquietudes reales y profundas. 

 Elisabeth Noelle Neumann. Fuente: alchetron.com

Por eso, yo me pregunto si realmente valdría la pena, entonces, votar al Partido Popular. Yo puedo afirmar sin ningún tipo de pudor el partido al que voté el 26J. Voté a Unión Progreso y Democracia: ese partido que se hundió bajo una actitud dictatorial de su líder; ese partido que ha perdido más de cuatro quintas partes de su peso electoral. Pero no me da vergüenza decirlo, porque es la formación que me representa mejor, la que más se cuadra a lo que pienso. Muchos me han criticado o se han reído por decir que voto a ese partido acabado, y no me ha importado lo más mínimo. Además, digo sin temor que también voté a UPYD el 20 de diciembre. Votante del PP, ¿puedes decir tú lo mismo? Habrá muchos que digan que sí, pero otros tantos que callarán para dejar ver su "pecado". Pecado entre comillas porque estamos en un país afortunadamente libre en el que cada cual puede votar a quien le quiera. Y, como puedes votar a quien quieras, no tengas miedo o vergüenza de decir a quién votas, porque entonces deberías cambiar el signo de tu voto.

Christian A.A.S.
@ChrisAfonSan