sábado, 1 de octubre de 2016

Se hunde el Titanic Socialista

Lo verdaderamente importante presenta: crisis en Ferraz, crisis democrática, crisis en valores

Esta semana ha sido tremendamente convulsa en la sede federal del Partido Socialista Obrero Español, donde los miembros de la formación se han agrupado en torno a dos conglomerados completamente enfrentados entre sí y que amenazan con desquebrajar la hoy frágil unidad del partido. Pedro Sánchez se ha visto envuelto en un aluvión de críticas tras los penosos resultados del PSOE en las elecciones vascas y gallegas del pasado 25 de septiembre, pero él se ha aferrado a la secretaría general en pos de lo que la militancia decidió en su momento. Una guerra civil que aboca al hundimiento del "Titanic Socialista".


El PSOE actual en poco se parece al que salió victorioso en el año 2008 con Rodríguez Zapatero al frente. Ese partido político ha perdido casi seis millones de votos y la mitad de su peso en el Congreso de los Diputados, una auténtica debacle que se ha visto recrudecida en los últimos años. Tras la espantada del hasta ahora último presidente socialista en España, en otoño del 2011, el partido nacional más antiguo de nuestra historia no ha hecho sino caer en cada cita electoral (salvo en las andaluzas del 2015) y encadenar resultado histórico negativo tras resultado histórico negativo. 

Pero sería engañarse a sí mismo el culpar a Pedro Sánchez del declive socialista. Con Alfredo Pérez Rubalcaba, sucesor al frente del partido de Zapatero, el PSOE también cuajó dos resultados pobres: en las elecciones del año 2011 que dieron la mayoría absolutísima al PP de Mariano Rajoy, y en las elecciones europeas de 2014, que con los casos de corrupción y los recortes populares, no mostraron un partido socialista fuerte que hiciera frente a los conservadores y que aglutinara el voto del descontento. Sánchez llegó tras ese fiasco continental como una cara joven y nueva (y guapa, que parece ganar enteros en los partidos) para enfrentarse a la amenaza de una nueva fragmentación en el electorado de izquierdas de este país, pero que también tenía que hacer frente a una posición mucho más moderada encarnada en otra formación que también parecía arrebatarle peso electoral. 


No ha tenido una tarea ni mucho menos fácil el actual Secretario General de la formación socialista. Ha sido un político que no ha llamado la atención sino en contadas ocasiones y, en todas ellas, por razones que no fueron políticas en sentido estricto. No hemos visto a Sánchez en los medios por hablar de las propuestas de erradicación de la pobreza, de defensa de los derechos sociales y del estado del Bienestar, sino por insultar a sus rivales, por soltar gritos en mítines y por aplaudir los bailes de Iceta en Cataluña. Ha sido un político sin más, que obviamente no ha robado ni matado ni mentido a sus electores, pero que sencillamente tampoco ha hecho algo digno de ser recordado entre sus simpatizantes y afiliados. Sánchez se ha limitado a estar escondido en un segundo plano, mientras otros le arrebataban peso en las tertulias y en los programas de actualidad. Se ha enfrentado a dos monstruos televisivos como Pablo Iglesias y Albert Rivera, y a un político muy experimentado en debates como Mariano Rajoy, y siempre ha perdido.

No estoy para nada de acuerdo con la maniobra rastrera y antidemocrática que ha llevado a cabo el llamado "sector crítico" de Ferraz, encabezado por la baronesa Díaz de Sevilla, pero tampoco puedo decir que Pedro Sánchez haya hecho algo por evitarlo y que, de una manera u otra, se lo ha ganado a pulso. No por actuar con falta de habilidad en sus movimientos políticos de los últimos dos años, sino por su falta de movimiento. El Sánchez pasivo, el Sánchez sumiso y el Sánchez errático son las figuras que hemos conocido del líder socialista, y eso le ha hecho granjearse muchos enemigos en una formación que siempre se ha caracterizado, precisamente, por el movimiento (que se lo digan a Miquel Iceta). No se puede entrar, además, como un elefante en una cacharrería, echando a los líderes regionales que no estaban de acuerdo con su persona, como Tomás Gómez en la comunidad de Madrid. 


Este sábado se celebra en la calle Ferraz de Madrid uno de los Comités Federales más trascendentales en los 137 años de vida del PSOE, el que decidirá cómo será el futuro más inmediato del partido. Un partido que, dividido como está ahora mismo, solo puede ir a peor en las futuribles terceras elecciones del mes de diciembre. Si el PSOE no quiere volver a conseguir un resultado histórico para situarse por debajo de los míseros 85 diputados que obtuvo en junio, el partido tendrá que unirse para afrontar la situación de manera conjunta, detractores y devotos. Pero claro, eso es demasiado pedir en una formación que está luchando por un sillón de mando situado en Ferraz y no en Moncloa. ¡Qué lástima!

Christian A.A.S.
@ChrisAfonSan